
Este es un cuento escrito por Ana Stingl
Rompecabezas
Ana Stingl-Agosto ‘97
Hace un tiempo, se me ocurrió imaginar la vida de una persona como si fuese un rompecabezas.
Algunos tienen la dicha de que les toca uno con pocas piezas, bien grandes y con encastres sencillos. Toda una vida muy simple, Podría decir que un poco aburrida, pero solo desde mi punto de vista, porque ellos, los que la protagonizan, la transcurren sin grandes sobresaltos y los acompaña una felicidad conformista.
Otros tienen que lidiar con miles de piezas, pequeñas y de bordes intrincados. Vidas llenas de aventuras y desazones, de aprendizajes cotidianos, de luchas permanentes, de búsquedas inacabables.
Al armar el mío (que aun esta muy incompleto, la última pieza encajará en su lugar cuando dé mi último respiro), he logrado colocar en su sitio exacto algunos elementos que intuía donde iban, pero no lograban el calce perfecto. O porque no los giraba correctamente, o porque debía colocar otros antes, para encontrarles su espacio.
Ahora muchas cosas comienzan a estar en el lugar que les corresponde. En el lugar donde yo quiero que estén.
Es tan satisfactorio, tan pacificador lograr acercarse a la coherencia, a la armonía con uno mismo! A saber exactamente la responsabilidad que a uno le compete en sus actos, y a asumirla!.
Es gratificante, trae frescura, trae libertad para fijar la vista en nuevos horizontes, para seguir creciendo, para dar y recibir en su justa medida.
Hay tanto que me ha sucedido y que se ha sucedido a mi alrededor! Imposible explicarlo con palabras, porque son vivencias con mi yo interior.
En los últimos años me he dedicado a encarar todas las situaciones con matices conflictivos del pasado lejano y del inmediato. Por una necesidad de “limpiar” de estorbos mi mente y mis sentimientos, mi ente individual. Las voy tomando una a una, las desmenuzo y las vuelvo a rearmar, para dejarlas bien ubicadas, bien resueltas, para que no aparezcan de tanto en tanto metiéndose como cuñas dentro de alguna parte de mí.
Para ser cada vez más libre, para decidir sin pautas preestablecidas, sin preconceptos.
Para ser cada vez más yo misma, para quererme cada día un poco más.
Para que cada desafío que se presente sea cada vez más un desafío conmigo misma primero y luego con todos y todo lo demás.
A partir de ese amor puedo dar amor. A partir de esa confianza puedo inspirar confianza. A partir de esa solidaridad, puedo ser solidaria.
Pero nada se produce por generación espontánea. Es un aprendizaje que lleva su tiempo. Para algunos más, para otros menos o tal vez nunca, o solo aparece al final del camino, cuando ya no se puede regresar, y solamente resta el arrepentimiento.
Habiendo tenido el privilegio de nacer y vivir, es un desperdicio malvivir la vida.
Por eso apuesto a ella, a vivirla, a sacarla adelante cada vez mejor, con la conciencia clara que depende únicamente de mí que así sea, porque con ello lo será también para aquellos que deseo cerca de mi, compartiéndola.
Lo que seamos y hagamos depende de las elecciones que realicemos. Nunca el camino es uno solo, vivimos en un mundo de matices, todo depende del que hayamos elegido, cosa que no es para nada sencilla, pero es así de simple.
Ana Stingl-Agosto ‘97
Hace un tiempo, se me ocurrió imaginar la vida de una persona como si fuese un rompecabezas.
Algunos tienen la dicha de que les toca uno con pocas piezas, bien grandes y con encastres sencillos. Toda una vida muy simple, Podría decir que un poco aburrida, pero solo desde mi punto de vista, porque ellos, los que la protagonizan, la transcurren sin grandes sobresaltos y los acompaña una felicidad conformista.
Otros tienen que lidiar con miles de piezas, pequeñas y de bordes intrincados. Vidas llenas de aventuras y desazones, de aprendizajes cotidianos, de luchas permanentes, de búsquedas inacabables.
Al armar el mío (que aun esta muy incompleto, la última pieza encajará en su lugar cuando dé mi último respiro), he logrado colocar en su sitio exacto algunos elementos que intuía donde iban, pero no lograban el calce perfecto. O porque no los giraba correctamente, o porque debía colocar otros antes, para encontrarles su espacio.
Ahora muchas cosas comienzan a estar en el lugar que les corresponde. En el lugar donde yo quiero que estén.
Es tan satisfactorio, tan pacificador lograr acercarse a la coherencia, a la armonía con uno mismo! A saber exactamente la responsabilidad que a uno le compete en sus actos, y a asumirla!.
Es gratificante, trae frescura, trae libertad para fijar la vista en nuevos horizontes, para seguir creciendo, para dar y recibir en su justa medida.
Hay tanto que me ha sucedido y que se ha sucedido a mi alrededor! Imposible explicarlo con palabras, porque son vivencias con mi yo interior.
En los últimos años me he dedicado a encarar todas las situaciones con matices conflictivos del pasado lejano y del inmediato. Por una necesidad de “limpiar” de estorbos mi mente y mis sentimientos, mi ente individual. Las voy tomando una a una, las desmenuzo y las vuelvo a rearmar, para dejarlas bien ubicadas, bien resueltas, para que no aparezcan de tanto en tanto metiéndose como cuñas dentro de alguna parte de mí.
Para ser cada vez más libre, para decidir sin pautas preestablecidas, sin preconceptos.
Para ser cada vez más yo misma, para quererme cada día un poco más.
Para que cada desafío que se presente sea cada vez más un desafío conmigo misma primero y luego con todos y todo lo demás.
A partir de ese amor puedo dar amor. A partir de esa confianza puedo inspirar confianza. A partir de esa solidaridad, puedo ser solidaria.
Pero nada se produce por generación espontánea. Es un aprendizaje que lleva su tiempo. Para algunos más, para otros menos o tal vez nunca, o solo aparece al final del camino, cuando ya no se puede regresar, y solamente resta el arrepentimiento.
Habiendo tenido el privilegio de nacer y vivir, es un desperdicio malvivir la vida.
Por eso apuesto a ella, a vivirla, a sacarla adelante cada vez mejor, con la conciencia clara que depende únicamente de mí que así sea, porque con ello lo será también para aquellos que deseo cerca de mi, compartiéndola.
Lo que seamos y hagamos depende de las elecciones que realicemos. Nunca el camino es uno solo, vivimos en un mundo de matices, todo depende del que hayamos elegido, cosa que no es para nada sencilla, pero es así de simple.